El pasado y presente marítimo de Barcelona está en el Museu Marítim
La relación entre Barcelona y el mar es algo que se remonta la misma concepción de la ciudad. No se puede concebir Barcelona sin las aguas del Mediterráneo, la sangre que hizo latir el corazón de una ciudad volcada en él. Esta relación es la que ha permitido que Barcelona crezca y hoy sea la ciudad cosmopolita, abierta, dinámica y culturalmente impactante que es.
Toda esa historia vinculada al mar tiene un espacio en Barcelona, un lugar que atesora los momentos que han marcado el desarrollo naval de la ciudad. No hay mejor lugar para ello que las Reales Atarazanas, ubicadas a los pies de Montjuic y cuya historia se remonta al siglo XIII, hasta su cierre en el siglo XVIII. A la hora de elegir el lugar para instalar un Museo que recogiera la herencia naval de Barcelona, fue el lugar más adecuado para ello.
La historia del Museu Maritim de Barcelona comienza en 1936, cuando se trasladó a las Reales Atarazanas la colección que tenía la Escuela Naútica de Barcelona, que fue la base sobre la que se ha ido incrementando la colección y las actividades del Museo.
Reproducciones a tamaño real y a escala
Recorrer las distintas salas nos traslada a la primera época de la navegación, cuando todo era mucho más complicado que épocas posteriores, cuando la navegación ya había pasado su primeros tiempos y los conocimientos eran mayores. La visita comienza con los objetos obtenidos en la época precristiana. Las ánforas, cepos de anclas y muelas.
Las reproducciones de muchas de las naves que han surcado el Mediterráneo muestran la historia marítima de la ciudadEn esta primera zona de la visita se encuentra una de las piezas más interesantes de todo el Museu Maritim. Se trata de una réplica a tamaño real y practicable de la Galera Real de Juan de Austria, el barco insignia de la batalla de Lepanto, una de las más importantes de la historia. Esta réplica tiene 60 metros de eslora y cuenta con espacio para 30 remos en cada lado.
Las siguientes salas tienen más pequeñas joyas que nos hacen disfrutar de la historia viva de la navegación en el Mediterráneo. Mascarones de proa, réplicas a escala de alguna de las naves más importantes, como la nao Santa María, una de las tres que participaron en el histórico viaje de Cristobal Colon que culminó el 12 de octubre de 1492.
No solo se pueden ver las reproducciones de barcos que surcaron las aguas del Mediterráneo, ya que también hay muestras de embarcaciones de otros lugares, como el Egipto de los faraones o una interesante colección de embarcaciones filipinas.
El arte tiene cabida en las salas de este particular museo, con una excelente colección de óleos con motivos marítimos, veleros y escenas que evocan las travesías por el mar. Pero además de todos estos motivos navales, encontramos otras cosas curiosas, como una reproducción del Ictineo, el submarino diseñado por Narciso Monturiol, acompañado por los planos originales que permitieron a este ingeniero naval construir esta prodigiosa nave, que se adelantó a su tiempo.
Actividades paralelas y eventos puntuales
Algunas de las salas del Museu Maritim se alquilan para realizar diversas actividades, por lo que durante la visita se pueden encontrar más actividades que varían según la agenda de cada semana. Lo que no cambia es el ambiente marítimo que se respira en este recinto, así como los distintos rincones que esconden estos venerables edificios. La posibilidad de parar y disfrutar de un café en los jardines es otro de los alicientes de esta visita.
La entrada está ubicada en el Portal de Sant Pau y abre sus puertas de 10 a las 20 horas de lunes a domingo. Además, los domingos la entrada es gratuita a partir de las 15 horas y solo cierra durante los días 25 y 26 de diciembre y los 1 y 6 de enero. El precio es de 7 euros, aunque hay otras tarifas más económicas, como las de grupo o poseedores del Carnet Jove y otras asociaciones.
Un lugar donde conocer la relación entre Barcelona y el Mediterráneo que se debe recorrer para comprender mejor esta ciudad y su herencia.
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